¿Se ha dado cuenta usted de los -picos o saltos emocionales- que tiene durante un día?
¿Sabe usted porqué ocurren esos cambios de humor, tan repentinos y bruscos? ¿ Que tipo de situaciones le hacen reaccionar a la primera y decir cosas fuertes o hirientes?
Pues todos los seres humanos tenemos una historia de fondo, datos emociones guardados, ocultos, enterrados, olvidados, o como usted quiera llamarlos.
Los datos emocionales pueden relacionarse con situaciones fuertes vividas, episodios traumáticos como; accidentes, cirugías, pérdidas de una amistad, pérdidas de un amor, un negocio o una casas y muchos otras tipos de dolorosas situaciones. Éstos datos emocionales, cuando no han sido comprendidos, hablados en los momentos oportunos, o mediante ayuda profesional a tiempo, muy posiblemente serán enterrados en nuestro cuerpo (generando dolencias psicosomáticas).
Estos picos emocionales, emergen así (ejemplo); usted amanece contento(a), relajado(a) un domingo, y al pasar del día recuerda una situación (antigua) que quedó sin resolver, no ha hablado con esa persona, como usted necesitaba hacerlo en aquella oportunidad.
A continuación usted empieza a ponerse de mal humor, hasta que se le cae un vaso de vidrio se rompe y usted estalla de cólera. Ese es un -pico emocional-, usted luego se siente muy mal, siente culpa y queda en pausa, porque no entiende porqué se comporta así.
En estos casos, es muy importante que logre comprender ¿De dónde salen esas emociones negativas? Para que no vuelva a hacer daño a otras personas que no pueden comprender su conducta, como tampoco tienen nada que ver, con las situaciones sin resolver (de su historia).
Éstos picos emocionales también se pueden observar en la conducción temeraria, alta velocidad, consumo de alcohol, enojos repentinos, deseos de controlar la vida de los demás, (sobre todo en relaciones de pareja) . En ataques de ansiedad o pánico y con ciertas ideas irracionales de la vida. Se recomienda asistencia a atención profesional en psicología. En estos casos también está latente (el peligro) de la ausencia de control de impulsos, lo que convierte a estas emociones en detonantes de conductas de alto riesgo.
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